Con el candidato presidencial Donald Trump proponiendo nuevos aranceles del 10% sobre todas las mercancías importadas, tanto los cargadores como los puertos están trabajando para averiguar lo que esto podría significar para ellos en caso de una segunda presidencia de Trump.
En caso de victoria de Trump en noviembre, los cambios propuestos requerirían probablemente un largo proceso legislativo, lo que daría tiempo suficiente para evaluar las respectivas repercusiones. Otros han expresado su alarma por el impacto potencial. Entre ellos se encuentra el Instituto Peterson de Economía Internacional (PIIE) -un grupo de reflexión no partidista con sede en Washington D.C.-, que advirtió en mayo de que los aranceles generales de Trump «pondrían en riesgo una guerra comercial mundial».
«La imposición indiscriminada de aranceles ya no se limitaría a una guerra comercial con China, si eso es lo que pretende Estados Unidos, sino que sería una guerra contra el propio comercio», afirmó Alan Wm, miembro del PIIIE. Wolff.
Esos precios más altos en la frontera suelen repercutirse en los consumidores, ya que las empresas se ven obligadas a cobrar más por sus productos para cubrir el coste añadido de las importaciones. Mientras tanto, el reto para los transportistas es encontrar formas de hacer llegar los productos antes de que entren en vigor los nuevos aranceles.