Antes de la inauguración de las Olimpiadas, empezaron a publicarse algunas cifras sobre el flujo de entradas en los medios de comunicación e incluso por parte de las grandes empresas de transporte mundial, como CMA/CGM y su filial Ceva:
- Entrega, montaje y desmontaje de 17.000 camas para los atletas y sus equipos en la Villa Olímpica;
- Entregando alrededor de 1.300.000 artículos de mobiliario, equipamiento y paneles de merchandising;
- Traslado y montaje de unos 900.000 aparatos deportivos, como camas elásticas, tablas de surf, barcos, etc.
- Almacenar, transportar y ensamblar unos 600 vehículos de movilidad avanzada y 2.345 vehículos eléctricos para su circulación;
- Manipular unos 170.000 palets;
- Transportar unos 250 contenedores con sillas y bancos;
- Realización de unos 7.000 desplazamientos de «última milla» para entregar el material necesario para las competiciones, con una flota de más de 300 vehículos, entre furgonetas y camiones.
Incluso la brasileña Azul Cargo ya está contando sus macrocifras de 9.000 toneladas de uniformes y accesorios para la delegación brasileña, incluidos equipos médicos y de fisioterapia, así como mascotas de peluche.
Todo esto tiene lugar este año, después de las últimas Olimpiadas, bajo los efectos de la pandemia y en una era de extraordinaria digitalización.
Son cifras que darían envidia a cualquier operador logístico, ¡y se está haciendo todo lo posible para evitar cualquier fallo que pudiera ser fatal para un atleta olímpico!